Cody Rhodes vence al pasado en WrestleMania
El nuevo e Indiscutible Campeón Universal de WWE ha podido con todos, y tenía que ser así, para coronarse en el 'Show de los Inmortales' y poder hacer realidad el que fue el sueño de su padre.
Cuando al final de la primera noche de WrestleMania sonaba la campana y era The Rock el que levantaba el brazo en señal de victoria, todos sabíamos que lo que le quedan a Cody Rhodes por delante era una tarea más que difícil. Sabíamos que Roman Reigns tendría el control y la ayuda de toda su 'línea de sangre', que The Bloodline iba a estar sí o sí en el evento estelar de la segunda noche donde se jugaban el campeonato. Pero quizás The Bloodline, empezando por el 'Final Boss', no esperaba que Rhodes estuviera acompañado por varias de las leyendas de WWE que allanaron su camino hacia la consecución de un campeonato y el final de su historia.
De John Cena a Undertaker, el pasado corona a Cody Rhodes
Era de esperar que tarde o temprano en el combate hicieran su aparición los miembros de The Bloodline, incluido The Rock. Y las predicciones no fallaron. Como un perfecto baile en sincronización los luchadores fueron apareciendo y siendo sacados de la escena por su némesis. Apareció Jimmy Uso y fue borrado del mapa por Jey Uso tras una 'lanza' que les hizo caer a ambos del escenario de entrada de WrestleMania. Ni que decir tiene de la rivalidad que ambos ha tenido en el último año después de perder los campeonatos por parejas en la WrestleMania pasada y el abandono de Jey de su alianza familiar.
Apareció Solo Sikoa y fue la primera de las leyendas, John Cena, el que 'le quitó de enmedio' con su AA, sobre la mesa de comentarios, tras noquear de la misma manera a Roman Reigns. Sikoa y Cena sólo se han enfrentado una vez previamente, en el evento celebrado en Arabia Saudita, 'Crown Jewel', pero sirvió para que el pequeño de los Usos vapuleara a John Cena en una victoria que hoy cobra mucho más sentido del que tuvo aquel día.
Pero fue The Rock el que miró a los ojos a John Cena para recordar su enfrentamiento tanto en el evento estelar de WrestleMania 28 como 29. Ambos se pararon en el centro del ring, se dijeron de todo (más bien The Rock a Cena) y cuando parecía que éste iba a sacar de la ecuación a The Rock, fue éste el que utilizó su golpe más letal para dar al traste con las ilusiones de los fanáticos que pedían a Dwayne Johnson contra la lona.
Lo que no esperaba 'The Final Boss' (ni absolutamente nadie de los que estaban en el estadio ni al otro lado de las pantallas es que el que fuera a sacar a The Rock del combate fuera ni más ni menos que The Undertaker. Sonó el 'gong' y como venía siendo habitual en WrestleMania, las luces se apagaron y las gargantas se encendieron. Cuando volvió la luz pudimos divisar a Undertaker tras The Rock y con un solo movimiento, su 'chockeslam' más letal, las luces se fueron a negro y todos desaparecieron salvo los dos protagonistas. Roman Reigns y Cody Rhodes seguían allí junto al cuerpo yacente de un Seth Rollins que, vestido de The Shield, quiso entrar en la cabeza de Roman para recordarles quienes eran y dónde estaban sus demonios.
Todo fue una película. Al más puro estilo hollywoodiense, todo pareció haber sido un sueño, un sueño completo cuando 1, 2, 3, la campana volvió a sonar y era Cody Rhodes el que levantaba el título que le prometió a su padre Dusty que alguna vez levantaría.
Contra viento y marea Cody Rhodes iba a ser campeón siendo él mismo
Para eso se fue Cody Rhodes, para eso volvió Cody Rhodes y para sufrir como ha sufrido volvió Cody Rhodes, sabiendo que muchos de los aficionados nunca le perdonarían que traicionara a WWE y que lo primero que hiciera al salir de la compañía fuera destrozar el trono del hombre sobre el que lloró como una Magdalena, Triple H. La simbiosis que ayer se vivió en el Lincoln Financial Field de Filadelfia es algo que difícilmente se volverá a vivir ya que implica muchas historias en una sola. Empezando por la historia de su propio padre que habiéndolo sido todo en este negocio, nunca consiguió ser campeón del mundo. La oportunidad le fue esquiva una y otra vez, y quizás anoche se hiciera justicia con ese homenaje tan sentido por parte de un hijo a su padre tempranamente malogrado.
A lo largo de sus casi 20 años de carrera profesional, Cody Rhodes ha pasado por multitud de personajes que ha sabido defender con mayor o menor suerte, pero nunca le dejaron ser él mismo. Desde 'The Legacy' a 'Dashing', 'Undashing' hasta el infame Stardust que le costó su salida de la compañía en 2016, el de Atlanta siempre ha tenido clara cuál era su misión en este negocio y que la iba a cumplir costara lo que costase.
Sonada fue su salida, hace ahora 8 años, por desacuerdos creativos con la gerencia de la compañía. Desde entonces, y hasta su regreso a WWE, Cody Rhodes tuvo tiempo de pensar, de construir, de disfrutar y sobre todo, de darse cuenta de a dónde pertenecía realmente. ¿Dónde residía su corazón? ¿Dónde estaba su casa? La respuesta era WWE. Quizás él lo supiera desde el principio y tuviera que dejarlo ir, dejarlo madurar para que las heridas se curasen y cicatrizaran; o simplemente no era su momento.
Cuando todo parecía indicar que Cody Rhodes pondría fin a esta bonita historia de redención, el pasado año en WrestleMania, tampoco fue así. No iba a ser tan simple. La persona que un par de años antes había querido acabar con la compañía no iba a volver y convertirse en su cabeza visible. La lucha sería dura y el precio a pagar sería grande. El peaje físico, psicológico y emocional de Cody Rhodes terminó en la noche de ayer aunque ahora quizás tengamos que hacerle la pregunta que en su cabeza nunca quiso escuchar: "Una vez culminada tu historia Cody, ¿Ahora qué?"
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